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El Muro, el muro…el muro. Pensar en dividir dos países por un muro de concreto, resulta lo más novelesco, fantástico-surrealista, por no decir estúpido, que he oído en mucho tiempo. Y no es que tenga conocimiento de este sorprendente hecho en estos días, tremenda insensatez es conocida hace mucho tiempo. Simplemente que el deprimente George W. Bush, ha promulgado ya la norma. Excelentes artículos se han escrito al respecto. Recuerdo el de Mario Vargas Llosa para el diario el comercio. La opinión es la misma, pese a sus inclinaciones ideológicas. Resulta tan absurdo creer que un muro que va a costar miles de millones de dólares y que además solo cubrirá menos de la mitad del territorio en cuestión, pueda suponer una acción, eficaz y efectiva contra la inmigración ilegal. ¿Puede ser posible, que el presidente del país más poderoso del mundo tenga tan pocas luces, y además sea secundado por toda su Administración?. Después del fracaso político y económico que supone la guerra, perdón, invasión en Irak, la construcción del muro de los idiotas es una acción, que a ojos del mundo entero, salvo para Bush & Cia., resulta un error garrafal en la política de los republicanos, un tiro más al aire.
El problema de la inmigración ilegal que afecta al Tío Sam, es un problema de doble moral. Es por todos conocido, el sustento que los inmigrantes ilegales (como el tráfico de armas y el tráfico de drogas) otorgan a la economía del país del norte. Los hispanos, principalmente, son aquellos que realizan los trabajos que los estadounidenses no quieren realizar, y a un coste ridículo en comparación a lo que debería cobrar un ciudadano norteamericano. Sin contar claro está, el ejercicio de los derechos laborales, el pago por seguridad social, etc.
Ello como lo fue la esclavitud en su momento, es un motor de la economía norteamericana, de valor incalculable. Según datos censales, en Estados Unidos existen 35 millones 689 mil 842 inmigrantes, lo cual representa el 12% de la población. El dato que sería interesante manejar, es cual es el porcentaje real de inmigrantes inscritos y no inscritos, dato que nos llevaría realmente a descubrir, cuál es el porcentaje de inmigrantes que genera capital oculto, o pertenece a un mercado sumergido de trabajo, generando capital para las empresas sin recibir más que un sueldo ínfimo y no declarado a cambio. Sin embargo políticamente es incorrecto, por lo que la mayoría de gobiernos pretenden abanderarse a favor de la lucha contra la inmigración ilegal. La doble moral se encuentra, en que por un lado promulgan normas tan estúpidas como la del muro, pero por otro son verdaderamente incapaces de ejercer una política seria de persecución contra las empresas que contratan personal no documentado. No existe una verdadera política contra la inmigración ilegal dentro de las fronteras de los Estados Unidos. Pero hay algo más. Muchos intelectuales y especialistas en el tema, coinciden en que la única forma de atajar el flujo de inmigrantes ilegales es ayudando a resolver los problemas en los países de origen, o por lo menos evitando incrementarlos. Véase el caso de España y el Magreb. El flujo de sub-saharianos, argelinos, centro africanos que arriban en costas españolas, es multitudinario día a día. Pese a los esfuerzos del gobierno, tanto de J.M. Aznar, como el actual gobiernos socialista, la ola de pateras que llega día a día es incontrolable. Por ello, la política a seguir por el gobierno de Rodríguez Zapatero, se enfoca en mejorar las condiciones de vida, o en todo caso, ayudar a que dichas condiciones de vida sean mejores en los países de origen. El norte de África es una región extremadamente deprimida. La situación económica y social es alarmante. Pero no son sólo ciudadanos del Magreb, ya que es conocido que hay personas que viajan desde ¡el sur de África!, atravesando todo el continente para cruzar ese umbral que es España, hacia el Viejo Continente.
El caso de Estados Unidos, no es diferente. Es la comunidad hispana la que mira con ojos vidriosos la frontera del norte. El país de las oportunidades. Sin embargo, pese a los intentos por frenar la ola masiva de personas que llegan con visados de turismo y se quedan en la ilegalidad, no han podido hacerlo. La vía consular ha fracasado. La construcción de un muro, es una idea que nace fracasada a vista de cualquier sensato. No hay que ser un adivino para saber que será un rotundo fracaso más en la historia de los gobiernos republicanos. Por lo tanto quizás en algún momento de su historia, EEUU se dé cuenta que dejando de exfoliar los países ricos en petróleo, gas, minerales, y todo cuanto recurso natural sirva para incrementar los bolsillos de la aristocracia norteamericana, y se dedique a fortalecer sus economías, avale un comercio justo, abandone el dumping, las invasiones y las amenazas, y un largo etcétera, quizá entonces consiga reducir el numero de personas que se ven forzadas a abandonar sus casas, sus familias y su ciudades para trabajar recogiendo fresas, limpiando baños de hotel, o preparando las mezclas de concreto en la construcción, y se queden en sus países, a lado de sus familias, ejerciendo esa profesión de ingenieros, enfermeros, médicos, arquitectos, mecánicos, que tanto esfuerzo les costó.
Nadie es ajeno al fenómeno de la globalización, una globalización de bienes, capitales, información y personas. Nada más injusto entonces que una globalización asimétrica, donde unos escogen quienes entran, pero exigen que todos los que salen entren. La balanza esta claramente inclinada para unos, para los que manejan el capital, la industria y la tecnología. Esa balanza de la injusticia y la neo-esclavitud económica (recuérdese temas como el de la Deuda Externa), solo genera terrorismo e inseguridad, como lo ha demostrado la historia reciente en Afganistán, Corea del Norte, Irak, República del Congo, India, Rwanda, y muchos otros países más.
Debemos tener muy en claro, que ningún ser humano es ilegal. Lo único ilegal, es la miseria, el terror y el abuso, a los que se ven sometidas tantas naciones por esas prepotentes súper potencias que lo único que buscan es perpetuar el orden establecido por el capitalismo exacerbado y su consiguiente par, la injusticia social. Desasnémonos un poco y recordemos el muro Israelí y el Alemán.
Como dijo el maestro Joaquín Sabina hace unos días: ¡si ustedes se animan, yo me sumo para derribar ese muro a hostias!