Cuando pienso en las medidas que anuncia el gobierno en la afamada lucha antidrogas, en los dolores de cabeza que supone plantear cultivos alternativos a la siembra de hoja de coca, los “esfuerzos” que se hacen por ubicar y eliminar laboratorios clandestinos, en la lucha titánica por cortar las venas de la ruta de la coca, etc y más etcétera, y al mismo tiempo cuando suceden actos como el asesinato de la familia Cámara en Las Piedras-Pucallpa a manos del narcotráfico, una familia con 3 hijos menores, por haberse acogido al plan de cultivo alternativo, que el lejano, lejanísimo gobierno central tanto proclama, termino por claudicar en mi deseo de entender al APRA. Y ahora quién llora a esta familia, quién la echará de menos, quien se acordará del coraje que supuso darle la espalda no solo a una mejor alternativa económica que era producir para los narcotraficantes, sino, tener el valor de decirle a esos narcotraficantes que están de lado del Gobierno, que creen en lo que el doctorsísimo García dice en la televisión y que no van a sembrar más hoja de coca. Ese coraje los llevo a la muerte y sin miedo a equivocarme puedo decir que el narcotráfico ha ganado esa batalla. Porque cualquier peruano que vive en zonas de conflicto con el narcotráfico y que ha sido testigo indirecto de la matanza en Ucayali, tiene todas las razones del mundo para replantearse muchas cosas, entre ellas, el ceder y sembrar nuevamente hoja de coca, y con ello salvar su vida y la de sus hijos.
Casi aplaudo, como muchos a mí alrededor, la «política neoliberal de nuestro gobierno socialista», en materia económica y política-económica. Pero ello no debe suponer el abandono de esos peruanos que sobreviven con menos de 2 dólares diarios y que además tienen el coraje y el valor de reducirlo a 1 dólar apoyando programas como el del cultivo alternativo a la hoja de coca, para luego verse olvidados o sepultados.
Promovamos la inversión privada, pero con ello promovamos la mejora en la calidad de vida de quienes aún hoy, viven en total miseria y abandono.
