La Puerta


Al parecer no había nada más ahí. Ya el cielo se había cerrado con sus nubes de fuego y sus demonios rondando la muerte jugaban. Ahí, en medio de tu nombre, volando alrededor de tu X, de tu E, volando en círculos impacientes.

Y entre la puerta de madera que nos dejaba celosamente ver los colores del destierro encontramos muerta la vida. Degollante su nombre tendido en la hierba, la vida que no suele perder las batallas, la vida que fuera del agua nunca se pierde, la vida que en el espacio abierto, universal, siempre regresa flotante.

Ahí está, y ahí estará por mucho tiempo más, detrás de la puerta envenenada que todo lo puede y que cierra entre demonios traviesos, tu miedo a vivir.

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