Tenemos el humano derecho a no reir si no queremos. Existe la libertad de llorar cuando otros rien. La alegría no la trae un calendario, ni llega en sobres o postales.
Tenemos el humano derecho a putear cuando queramos y a cruzar la mirada sin explicaciones. Nadie te puede juzgar por ello, nadie puede criticarte siquiera por darte la vuelta y marcharte sin decir adios.
Que se jodan los que rien con la boca llena de mentira, que se jodan los que traen en los dientes falsedad. Llorarás cuando del alma te brote la tristeza, y tu sonrisa llegará algún día cargada de alegría, mientras tanto que se jodan todos ellos y sus putos viernes de alegría.