¡Cómo duele extrañar nuestro país!


copyright: luisggonzales.blogspot.com -
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Escuchaba la radio como de costumbre, y el discreto periodista le preguntaba al mentecato del  invitado, qué es lo que más extrañaba del país desde que se fue a vivir al extranjero. Y como no, la respuesta fue: la comida. Que en Perú no se come como en ningún lado. Que el calor humano, que la familia.

Al final yo solo esperaba  la leyenda del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo. No me explicaba otra cosa. Y claro, me puse a pensar, qué extrañé yo en su momento; o más aún, qué extrañaría si mudara mis petacas más allá de las fronteras.

Creo que extrañaría prender la televisión al levantarme y poner algún canal de noticias. Extrañaría, mientras me uniformo para la oficina, iniciar el día con la exigente y trascendental información que nos ofrecen los matutinos; extrañaría salir a la calle y sufrir constantes sustos por personajes que consideran los semáforos como árboles de navidad. Extrañaría que me menten la madre por no avanzar aunque el semáforo esté en rojo.

Extrañaría poder salir a fumar un cigarro y hacerlo en una calle tan ruidosa, con bocinas que me destrocen los oídos, mientras disfruto ver un puesto de periódicos con atractivos titulares: “Gerente no duerme con Tula”; “Sale video de Florcita Lesbi”; “Procurador pide prisión preventiva para Aurelio Pastor”; “Lloraba mientras la cortaba” (todas son reales). Extrañaría ese momento tan dulce del medio día.

Claro, la comida. Extrañaría salir a comer a algún buen restaurante y pagar 30 dólares por un finísimo plato de pasta en salsa huancaína. ¡Oh la huancaína!

¿Y tú, que es lo que más extrañarías?

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