De naves espaciales, niños y algo más.


 

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Está claro que cuando tienes tu primer hijo o hija, todo cambia. Te pueden contar mil historias, pero ninguna será ligeramente cercana a tu realidad, tu nueva realidad.

Hace unos días, decidí poner un documental sobre el telescopio espacial Hubble. Pensaba darle una mirada mientras mis hijas cumplían con su madre, sus labores diarias. A los pocos minutos mi hija mayor, de 2 años, estaba lista para dormir y se echó conmigo como siempre. En ese momento pensaba coger un cuento, leérselo, conversar y hacerla dormir. Sin embargo, de un momento a otro y antes de que apague el televisor, me pregunta con esa voz angelical que todo lo consigue: ¿qué es eso papá?, y todo cambió. Le empecé a explicar el concepto de la Tierra como planeta, el de una nave espacial, los astronautas, las estrellas y todo lo que minuto a minuto iba sucediendo en el documental. Cada dos minutos, se repetía: ¿qué es eso papá? Decidí no tratar de explicarle las cosas para que ella me entendiera, sino como es en realidad. Siempre cometemos el error de bajar intelectualmente al nivel de los niños creyendo que así nos entenderán, cuando lo que hay que hacer es llevar al niño a un nivel intelectual superior, que está comprobado puede cumplir. Si quieres que aprenda a decir perro, no llames al perro guaguau.

46 minutos después, habíamos visto juntos todo ese documental, que claramente era lento, en otro idioma, y poco entretenido si no le pones muchas ganas y esfuerzo. Ella estaba contenta de haberlo visto, no paraba de hacer preguntas y yo feliz de contestarle todas.

Después pusimos una película de dibujos sobre pingüinos, pensando yo que así se pegaría a la película y se dormiría. No pasaron cinco minutos y se aburrió, se puso a jugar con otra cosa e ignoró por completo la película, llena de sonidos, colores y animaciones hechas para niños.

Ese día mi hija había pasado unos minutos conmigo aprendiendo algo completamente nuevo que estoy seguro le había fascinado.

Esa noche me pregunté permanentemente cuantos niños soñarían con ser astronautas, cosmólogos, inventores, etc., si tuvieran acceso a información como esa, si tuviéramos la paciencia y el cariño para mostrársela. Cuantos niños peruanos podrían dejar de soñar con aparecer en la televisión en ropa de baño para ser reconocidos cuando caminen por su barrio, ganar mucho dinero, tener muchos fans, ser populares.

Está en nosotros, en nuestras manos.

Siempre fui por la vida con una máxima clara: vive tu vida procurando no hacerle daño a los demás. No limpies la playa, solo no la ensucies. A partir de ahí para arriba, todo suma. Aporta.

Sin embargo, cuando decides no ser solo tú, y formar una familia, la obligación con tu sociedad, tu planeta, pasa porque tus hijos e hijas, sean educados con valores y principios básicos que hagan de esta sociedad y este planeta, un lugar mucho mejor.

Promoverles el ejercicio, la curiosidad, el respeto, la autoestima, la solidaridad, el compañerismo, la espiritualidad, la generosidad, el amor. Es responsabilidad absoluta de nosotros.

Es cierto que cuando nace tu primer hijo o hija, todo cambia. Tus prioridades cambian radicalmente y pasas a ser el último en la fila. Pero adoras que sea así. Te da miedo, te llenas de inseguridades y preocupaciones, pero a la vez tu energía cambia. Tu fortaleza para enfrentarlo todo crece y se motiva con sus ojos, sus sonrisas.

Si te preocupa tu país, tu sociedad, tu planeta, si te quejas de las atrocidades que vez en la televisión y los diarios, no es necesario que hagas nada más que educar a tus hijos correctamente. Efecto multiplicador. Haz lo correcto y por añadidura todo será mejor. De ahí para adelante todo suma.

 

 

 

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