¿Qué haría usted con 23 mil millones de soles en un año? El pandémico virus de la corrupción

Columna publicada en Diario Perú21. En Cuzco se perdieron por corrupción más de cuatro millones de soles en la construcción de un solo hospital (Hospital Antonio Lorena). En Puno, un congresista de la República le pasa en un apretón de manos un billete de cien soles a un periodista, con la finalidad de que la entrevista se la realice a él y y no a un colega de su propia bancada. En Lima, un general y excongresista es sentenciado a cinco años de prisión por robar combustible al Ejército Peruano (general y congresista, no relativicemos la importancia social de ambos títulos). Diferentes montos, diferentes ciudades, diferentes momentos, pero un factor común. El Perú pierde en un año más de 23 mil millones de soles por corrupción e inconducta funcional. (vid. Contraloría General de la República). Con solo el 25% de ese monto se hubiera podido cubrir toda la brecha educativa que arrastra el país. El 15% del presupuesto nacional ejecutado en un año se perdió por casos de corrupción, especialmente en transporte, salud y educación. ¿Increíble, no? En un país, donde año a año la gente muere por frio (y creemos que lo podemos solucionar donando mantas), donde la comprensión lectora es un lujo de pocos (niños y adultos, por cierto), donde transitar por las carreteras es un deporte de alto riesgo; la corrupción se come gran parte del presupuesto: 3% del PBI. Por cierto, en educación, el Gobierno destina poco más de 4%. Así que, más o menos, podemos ver que lo que gastamos en educar a la población total del país es cercano a lo que perdemos por corrupción. Números más, números menos.

Cuando la causa no es sino la consecuencia

Columna publicada en Diario Perú21. Partir de la premisa de que el actual presidente de gobierno y el partido político que lo llevó a ocupar la Casa de Pizarro son el origen de los enormes problemas que tendremos que afrontar como país, no es más que una simplificación extrema de la realidad peruana contemporánea. La triste puesta en escena que vemos diariamente no es la causa, es la consecuencia, aunque pocos lo adviertan. Es evidente que el tener en los dos principales poderes del estado a personas (tanto de izquierda como de derecha, si queremos usar esa dicotomía tan de moda) no solo incapaces para ocupar los cargos para los que fueron elegidos, sino además con evidentes vínculos con grupos terroristas o proterroristas, ha puesto el futuro de todos los peruanos en gran incertidumbre y, sobre todo, en una latente inseguridad.