Calibremos mejor nuestra mira

El mejor aliado de Hugo Chávez fue la seudooposición que tuvo en la Asamblea Nacional Venezolana. No fueron los militares ni las poblaciones vulnerables cautivadas con el populismo asistencialista que implementó en los primeros años. Una oposición fragmentada, carente de toda inteligencia política y completamente desestructurada dieron carta libre para que el comandante se despache a sus anchas e implemente su “socialismo del siglo XXI”.

El mejor aliado que Pedro Castillo puede encontrar y de hecho está encontrando, es el Congreso. Es increíble que el partido de gobierno, con esa evidente improvisación, esté dando pasos más firmes en la consecución de sus objetivos, y que la oposición, desde la vereda de enfrente, siga de espaldas a la verdadera problemática que el Perú enfrenta. La mayoría sigue mirándose el ombligo (o la billetera) y solo algunos avanzan en solitario intentando fiscalizar, legislar o, por lo menos, trabajar en lo que sea que estén trabajando. La calle no ve avances. Transitar por el Perú sigue siendo un ejercicio enigmático, los precios suben, el empleo baja y la esperanza, en caída libre.

Una insana tolerancia

Algo que le está haciendo mucho daño a la gobernabilidad del Perú, a sus instituciones, a sus posibilidades de desarrollo y sobre todo a la población más urgida de atención, es la tolerancia que como ciudadanía hemos desarrollado frente a la corrupción, la mentira sistemática de los políticos y la incompetencia para ejercer cargos públicos.

Hoy en el Perú, se miente con descaro, impunemente y sin miedo a ninguna represalia. Sin sangre en la cara podemos decir cualquier cosa en un mitin, en redes sociales, en una entrevista. Sabemos que da igual, que nada ni nadie nos va a cuestionar y por último con total desparpajo negamos lo dicho o simplemente afirmamos una mala interpretación.

Castillo de día, Castillo de noche

Todos sabíamos que no había un equipo preparado para asumir las riendas de un país tambaleante. Sabíamos también que las propuestas de campaña como la Asamblea Constituyente o la segunda reforma agraria iban a ser consideradas, pero requerirían de mucho esfuerzo político para poder ser puestas en marcha.

El presidente Castillo no tiene juego político ni experiencia alguna que le permitan conseguir sus objetivos. Aunque por sus recientes declaraciones, el Castillo de día parece, por lo menos, deslindar de una posible posición dictatorial; el Castillo de noche parece más bien ser visitado por personajes oscuros que le hablan al oído y le articulan historias que vemos luego, a golpe de tuitazo, manifestarse como amenazas y descalabros mentales en la voz de sus más radicales ministros.

Hay en Palacio de Gobierno dos mundos paralelos. Cerrón vive en Castillo, aunque no sabemos aún si Castillo vive también en Cerrón. La presencia insostenible del primer ministro Bellido nos demuestra que Cerrón es un hombre de poder. Un líder político que cuenta con la capacidad de poner en jaque al propio presidente de la República, habiendo armado un gabinete desastroso por donde se le mire, del que hasta hoy Castillo no ha podido desmarcarse. Hay una pugna de poder muy fuerte entre Vladimir Cerrón y el presidente Pedro Castillo. Hasta el momento, la presencia de Bellido demuestra un virtual ganador. Vladimir Cerrón tiene serias cuentas con la justicia y que pareciera serán saldadas dentro de muy poco. A lo mejor el presidente Castillo, el diurno, solo está esperando que el Ministerio Público le allane el camino y pueda finalmente empezar a gobernar.

Paco tiene que cambiar

Por: Rodríguez Durante el imperio incaico, la educación de la élite del Tahuantinsuyo, los “Orejones”, estaba a cargo del Amauta, cuya traducción es “hombre sabio”, mientras que la educación de los “Hatunrunas”, el común de la población, se producía al interior de las familias, y los conocimientos eran transmitidos de generación en generación.

Desgraciadamente en la actualidad, la educación de calidad sigue siendo para unos pocos privilegiados, y eso es un grave problema, sin embargo, considero que el problema de la otra educación, la de la familia, es la que nos ha llevado al borde del abismo en que nos encontramos al día de hoy, y es lo que ha generado que otros aspectos de nuestras vidas, como la salud de calidad, la vivienda digna, y otros derechos fundamentales a los que deberíamos tener acceso todos los peruanos, siga siendo patrimonio de unos cuantos.