
Algo que le está haciendo mucho daño a la gobernabilidad del Perú, a sus instituciones, a sus posibilidades de desarrollo y sobre todo a la población más urgida de atención, es la tolerancia que como ciudadanía hemos desarrollado frente a la corrupción, la mentira sistemática de los políticos y la incompetencia para ejercer cargos públicos.
Hoy en el Perú, se miente con descaro, impunemente y sin miedo a ninguna represalia. Sin sangre en la cara podemos decir cualquier cosa en un mitin, en redes sociales, en una entrevista. Sabemos que da igual, que nada ni nadie nos va a cuestionar y por último con total desparpajo negamos lo dicho o simplemente afirmamos una mala interpretación.
La misma Primera Ministra que hoy se supone nos da oxígeno, declaró hace ya un tiempo atrás: “Las propuestas de ley no deben venir en función de lo que hemos ofrecido en la época de campaña electoral. A mí me parece eso muy irresponsable, porque en campaña electoral se ofrece de todo. Imagínense ustedes si acá se viene a tratar de desarrollar normas en función de lo que se me ocurrió ofrecer en campaña (…).”. A mi entender dijo, “en campaña hay que mentir y mentir para conseguir el voto, luego ya veremos”.
La rendición de cuentas, pública, transparente y responsable debe ser una máxima en el ejercicio de todo cargo público. Pero a mi entender es también muy importante, trabajar en la sociedad civil y esa insana tolerancia a que nos mientan, engañen y humillen. Porque eso es lo que hacen los funcionarios y políticos cuando actúan como vemos día a día desde hace muchos años.
Que un Congresista de la República márque asistencia en una sesión del Pleno del Congreso, mientras está en otra ciudad dando una charla a militantes de su partido, es lo más descarado que he visto en mucho tiempo y eso ya es decir mucho cuando se habla de la política peruana. Pero ese comportamiento no es aislado ni mucho menos innovador. Actitudes como esas o peores son el día a día en los tres poderes del Estado. Con la cámara prendida nos piden el voto, con la cámara apagada se rien de nosotros. Y mientras tanto, nosotros lo vemos por TV. Tengamos más respeto por nosotros mismos, recuperemos el honor, tengamos por lo menos una pisca de dignidad.
No solo debemos ver hacia afuera, nos toca hacer una reflexión personal y asumir nuestro grado de culpabilidad. Esa pasividad que hemos demostrado, bañada en indiferencia y hartazgo, individualismo y egoísmo, nos está pasando una factura tan cara, que es posible nunca podamos pagar. Nos toca vernos frente al espejo, pero con el objetivo de entablar una mirada hacia el futuro. El pasado está ahí, y debe quedarse siempre para recordarnos quienes fuimos y quiénes somos, es la historia que nos ha tocado construir. El quienes seremos dependerá solo de ese proceso de reflexión individual, que ojalá resulte en compromiso, conciencia social y amor por el país. Es hora de votar con convicción, sin cálculos ni intereses personales.
No podemos seguir votando, dándole confianza, tolerando, a candidatos que tengan un historial lleno de mentiras y falsedades y mucho menos, cuestionados, procesados o condenados.
El 2022 está a la vuelta de la esquina. Debemos nuevamente asistir a las urnas y emitir un voto para elegir a miles de nuevos servidores públicos.
Demostremos, demostrémonos este 2022, que somos capaces de cambiar la historia política del Perú.