“En todas casas cuecen habas; y en la mía, a calderadas” dijo el hidalgo Don Quijote, pero en la nuestra la cosa ya es exageradamente vergonzosa. El marco electoral, ese que define la reglas sobre cómo elegir a nuestros gobernantes (lo que ello signifique a la luz de los hechos recientes), es sujeto de modificaciones en cada legislatura en función al interés de los congresistas, que es el interés de sus partidos, que es a su vez el interés de sus dueños, quienes finalmente obedecen al interés de sus bolsillos. En resumidas cuentas, el marco legal que regula las elecciones en el Perú, tiene sin lugar a dudas una fortísima influencia mercantilista que contamina plenamente el derecho ciudadano de elegir y ser elegido. Eso debe acabar ya. Ser elegido para ejercer un cargo público supone servir al interés ciudadano, no al interés personal y pese a que eso no es ninguna novedad, sí parece ser una costumbre adquirida y peor aún, aceptada.
El escenario político nacional, desde hace décadas, ha demostrado que el único verdadero poder del estado que puede hacer control político, es la ciudadanía. Hasta ese llamado cuarto poder, que es el periodismo, ha claudicado en su objetivo.
Esa forma de estado que tiene nuestra República, con un sistema de gobierno presidencialista latinoamericano, ha fallado y no tiene un ejercicio de poderes independiente y balanceado. La soberanía, que es quien faculta a los poderes del estado, recae en los ciudadanos y las ciudadanas, quienes en última instancia vemos que son los llamados a ejercer control político, eso que tanto dicen hacer los congresistas. Cada 5 años -o menos- nos toca y tocará cambiar de zapatillas.
Eliminar las elecciones primarias, arguyendo la pandemia, es una falacia que presentó la Comisión de Constitución y su presidenta, cuando las primarias abiertas y universales, son un excelente mecanismo para que los votantes puedan participar libre y voluntariamente en la elección de los candidatos partidarios que luego veremos reflejados en las municipales y regionales. Bueno pues, por cortesía de este recién estrenado congreso, no tendremos primarias. Como siempre, ello abre la puerta a que las internas sigan siendo un mecanismo endeble que permita el manejo de los partidos en función a las cúpulas y sus caudillos y los aleje de la democracia participativa, donde son los militantes y la ciudadanía en general quienes realmente decidan a sus candidatos.
Nos toca asumir nuestra responsabilidad y estar muy atentos a los partidos que sí tengan elecciones internas libres, plurales y democráticas, porque serán ellos y solo ellos quienes luego pongan en la administración pública a personas que realmente necesitamos y no a quienes los caudillos mercantilistas necesitan.
p.d. y encima tuvieron que votar tres veces, ¡porque no entendían lo que votaban!
