No podemos negar un escenario muy complicado para el actual Gobierno en lo que respecta a su continuidad.
Si bien es cierto, la derecha y su versión extrema, trazaron un objetivo claro desde la toma de gobierno el 28 de Julio (sacar a Castillo de Palacio a como dé lugar), el mismo Pedro Castillo día a día y sin fallar, ha hecho todos los méritos posibles para que no sólo ese sector pida su salida, sino ya, otros sectores más moderados e inclusive, los miembros de su propio Partido, Bancada o lo que sea que Perú Libre represente para él.
El primer gabinete fue una demostración de todo lo que no tenía que hacer. A la falta de preparación para ejercer el cargo del mismo presidente, sumó el de algunos o muchos de sus ministros (cuando bien pudo compensar ahí), de los directores de organismos independientes recientemente nombrados, del secretario de palacio (a quien le tuvieron que modificar el perfil para poder contratarlo), etc., etc., hacen inevitable que la preocupación de la ciudadanía aumente y con mucha angustia, además. Ahora bien, si fuera solo un tema de capacidad e idoneidad, el problema sería uno, grave pero uno. Lamentablemente a ese se suma otro mucho más complejo y delicado. Indicios graves de corrupción, trafico de influencias, prebendas, negociados con sectores vinculados al narcotráfico e inclusive a la facción política de Sendero o sus remanentes (como quien dice: más de lo mismo que nos han dado en los últimos 30 años).
Cuando aún no habíamos terminado de digerir las contra reformas del transporte (negociando con informales que gratis nada hacen), de la educación (eliminando el esfuerzo y la meritocracia), de la lucha contra el narcotráfico (suspendiendo los planes de desarrollo alternativo), etc., etc., viene y salta el caso de la casa de Breña y Karelim López, asesora del Consorcio Puente Tarata III (que abre inevitablemente la herida del club de la construcción), que viene a solo horas del destape del dinero encontrado en el baño de la oficina del Secretario de Palacio (un hombre de tremenda confianza del Presidente), sumado a las llamadas de presión de éste al Superintendente de Sunat para favorecer a empresas cercanas al gobierno o a Perú Libre y otras muchas joyas más, que no terminaríamos nunca por detallar aquí.
Ahora bien, convocar a una marcha en la forma en que ésta última fue convocada, ha sido un error. A mi entender pedir la vacancia es un error porque esa puerta -que el fujimorismo abrió- debemos cerrarla cuanto antes de la forma constitucionalmente correcta; sino la institucionalidad y la democracia serán escandalosamente frágiles (mucho más de lo que ya son). Lo que debió hacerse y deberíamos hacer en realidad, es pedir la renuncia. Y evidentemente no por tener un gobierno de izquierda, comunista, socialista, o como quieran definirlo, sino porque el Perú no aguanta un gobierno más de saqueos y corrupción, no aguanta ni 24 meses más así. Peor aún cuando la pandemia no termina de masticarse y el desempleo de aumentar. Si las urnas eligen un gobierno comunista, es lo que tocará aguantar. Si las urnas eligen un gobierno capitalista y liberal, es lo que tocará aguantar. Mientras esos gobiernos respeten la institucionalidad, la división de poderes, el control político y, sobre todo, el tesoro público -que supone respetar el trabajo y el bolsillo de sus ciudadanos- algo se podrá hacer.
Lo que toca es presionar, con fuerza, con mucha fuerza a un presidente que entró diciéndoles a sus votantes que lucharía contra las mafias que habían gobernado el país en manos de la corrupción (y está haciendo exactamente lo mismo); que dijo en su primer discurso que no despacharía desde palacio (lugar donde despacha diariamente); que en 72 horas botaría del país a extranjeros que cometan delitos (que siguen por aquí), que no cobraría el salario de Presidente (que sigue cobrando) y muchas otras promesas más que aun sus votantes esperan que cumpla.
Pedir la vacancia y poner en el estrado a Rafael López Aliaga y a Patricia Chirinos es un balazo en los pies de la propia marcha. Dos personajes cuestionados, criticados, con cero empatía y carisma y quienes también tienen explicaciones que dar, sobre todo en el caso de la señora Chirinos (en lo relacionado a sus vínculos con Chim Pum Callao y la organización criminal creada en torno a ese partido). Muy complicado pedirle a quien en última instancia se le hubiera podido convencer, de salir a marchar codo a codo con grupúsculos violentistas como “la resistencia”. Cómo respaldar y aplaudir desde la arena a una de las vicepresidentas del Poder Legislativo mientras manda a la mierda a la investidura del Presidente de Gobierno. ¡Así no es, no se puede ser tan limitada! Gritar más fuerte no hace que a uno lo escuchen más. Decir groserías en un estrado no te hace más poderoso. Son estas personas las que siguen profundizando el discurso de odio, extremismo y destrucción. El Perú no quiere a este Castillo, pero mucho menos a Patricia Chirinos y López Aliaga. Lo que nos ha costado salir (aun si éxito del todo) de la dinastía fujimorista, para ahora tener que aguantar a sus defectuosas secuelas.
Como veo las cosas estas últimas semanas, si no volteamos y abrazamos el Centro Republicano, como quien abraza un flotador en el medio del océano, este bote se hunde y se hunde para siempre.
No sé si Castillo llegue al verano, como me dijeron por ahí, pero lo que sí sé es que si Castillo sigue en la misma ruta no llega al fin de su mandato. Pero lo peor no es eso, es que para ese entonces quizá el daño -a este país ya tan dañado- sea irreversible.
“Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal…”
Los nueve monstruos, Vallejo, 1937.
