Nos decía Maquiavelo que “la política es el arte de engañar”. Engañar para calmar las aguas, reducir un poco el ruido. Mientras menos ruido, menos flashes, menos micrófonos ocultos. El abrazo de la señora Alva con el congresista Cerrón no pudo ser más maquiavélico. Rememora sin mayor esfuerzo el que se diera con Bellido. Ambos gestos extremadamente suspicaces. Una suspicacia alimentada porque, solo horas antes, el premier Torres había llamado golpista a la señora Alva, quien, muy por el contrario a lo que se esperaba, no salió puñal en mano sino más bien con cierto tono reflexivo, a pedir respeto y un respiro para el país. Es cierto que el país necesita un respiro dado el tóxico tufo político que nos regalan ambos día a día, pero en el fondo pareciera que el respiro que pedía era más para ella y sus colegas. Un tiempo para pensar y evaluar cuáles serían los próximos pasos en la ruta que busca el fin de Castillo. Un respiro también para Castillo que le permita revertir en algo el desbarranco de su popularidad, detener las marchas y, quién sabe, darle continuidad a su gobierno.
Mes: febrero 2022
La democracia en tiempos de guerra
Cuando el hambre aprieta, la teoría pierde peso. Cuando el empleo cae y la inflación sube, todos nos volvemos pragmáticos. Y eso sucede con la democracia. Cuando las crisis políticas exceden todo nivel de tolerancia, la democracia pasa a ser algo ajeno y casi irrelevante. Algo que no solucionará los robos en el barrio, ni me devolverá el trabajo, ni curará la enfermedad de nuestros hijos. Y eso es un riesgo, un error. Porque las visiones de corto plazo, los proyectos demagógicos y populistas les abren la puerta a las dictaduras. Y las dictaduras le sirven la mesa a la corrupción. Y la corrupción genera más robos, menos empleo y más enfermedades. La mayoría de políticos actuales hablando de democracia son como Castillo hablando del pueblo. Algo vacío e infértil, puro humo y poco pan. Y menciono esto, porque esta semana no puedo ser ajeno, pese al enfoque nacional de esta columna, a la invasión que Putin ha iniciado.
Un amigo en común
¿Qué pasa con Juan Silva Villegas? ¿Por qué el presidente Castillo lo ha ratificado cuatro veces en la cartera de Transportes y Comunicaciones? ¿Por qué la moción de interpelación que han presentado los morados ha sido firmada solo por ellos y otros seis congresistas? ¿Qué pasa con los otros 121?. Será, como dice la congresista Paredes, porque en ese ministerio se maneja mucha plata o porque ese presupuesto podría ser usado como moneda de cambio con los gobiernos locales con el objetivo de hacer obras públicas. Obras públicas que podrían ser sujeto de sobrevalorizaciones. Sobrevalorizaciones que podrían ser una generosa fuente de ingresos personales.
Encuesta ciudadana
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Castillo Vs. Castillo
Cuando Pedro Pablo Kuczynski asumió la presidencia, desde el día uno, tuvo una enemiga férrea, firme y consecuente en la señora Fujimori, cuyo único objetivo era sacarlo de Palacio de Gobierno. Cuando Susana Villarán asumió la Alcaldía de Lima, el señor Marco Tulio Gutiérrez se convirtió en un enemigo tenaz, con el propósito de sacarla del Palacio Municipal, ello en fiel cumplimiento al mandato que su jefe, el saliente alcalde Castañeda, le encargara. Así como ellos, muchos políticos nacen con verdugo. Un verdugo que en la mayoría de los casos se convierte en tal por despecho, por orgullo o por envidia. l presidente Castillo no es la excepción.
Señor Presidente, es la hora. Es ahora
tristeza. Sin embargo, está de más ensañarse con el cadáver político del presidente. Es cierto que nada nuevo se ha develado, nada nuevo se ha dicho que no sepamos ya. Pero escucharlo así tan crudamente, en tres teatros distintos, ha sido concluyente y devastador. Y no se trata de que otros expresidentes hayan o no estado preparados para gobernar. No se trata de mirar atrás y buscar justificaciones, preguntarse si todo tiempo pasado fue menos peor.