Hace unos días tuve la oportunidad de intercambiar ideas con algunas personas en un evento que celebraba el segundo aniversario de esta nueva etapa de Perú21. De todos los tópicos me quedé con uno: las fuentes de la verdad. Sin ánimo de filosofar, podríamos decir que, en términos generales, la verdad es la correspondencia entre una afirmación y la realidad. Esta agotadora revolución digital que nos llevó hace muy poco a una sobrecarga de información, nos embiste ahora con un nuevo problema donde el mundo de la información y conocimiento se asemeja más a un espectáculo teatral.
Hoy, los comunicadores son actores representando un papel con la única expectativa de facturar. Y para facturar, solo se necesita un mediocre guion, mucho histrionismo y una audiencia de incautos a quienes atraer. Pero a mi entender, así como la sobreinformación terminó saturando al público, la proliferación de noticias falsas y perfiles creados para manipular el pensamiento colectivo—especialmente en épocas electorales—pronto llevará a la audiencia a despertar del mundo de mentiras en el que ha vivido. Cuando eso ocurra, buscará reales fuentes de información y verdad. Y será entonces cuando aquellos que hayan logrado sobrevivir a este cataclismo de falsedad y tecnología deban estar ahí, listos para recuperar su papel como referentes de información basada en verdad, esa que nunca separa la afirmación de la realidad. Ahí le tocará estar a esta multiplataforma de Perú21, dando la batalla para seguir desmantelando mentiras y dar esperanza a quienes hoy son manipulados sin siquiera saberlo.
La política peruana pasa por sus peores momentos. La sociedad peruana sufre una crisis de deshumanización tal que, lo que antes nos estremecía hoy es solo una noticia más. Este escenario está muy lejos de ser el peor al que podemos llegar, pero lo bueno es que el tiempo aún juega a nuestro favor y quizá sean las elecciones de 2026 la prueba de fuego que determine qué país queremos ser. Con fe.
Columna publicada en Diario Perú21
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