¿Qué pasa con Juan Silva Villegas? ¿Por qué el presidente Castillo lo ha ratificado cuatro veces en la cartera de Transportes y Comunicaciones? ¿Por qué la moción de interpelación que han presentado los morados ha sido firmada solo por ellos y otros seis congresistas? ¿Qué pasa con los otros 121?. Será, como dice la congresista Paredes, porque en ese ministerio se maneja mucha plata o porque ese presupuesto podría ser usado como moneda de cambio con los gobiernos locales con el objetivo de hacer obras públicas. Obras públicas que podrían ser sujeto de sobrevalorizaciones. Sobrevalorizaciones que podrían ser una generosa fuente de ingresos personales.
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¡Qué año, Platón!
Un año duro, durísimo. Un 2021 que ofrecía, por lo menos en el papel, ser menos tortuoso que el pandémico 2020. Un año que, si bien es cierto, venía con carga electoral, no esperábamos que trajera tremendo huayco. Lamentablemente, no cerramos un 2021 como hubiéramos querido, como realmente necesitábamos. Cerramos un año cargado de crisis social, política y económica. Terminamos un año de portadas denunciando más corrupción en el Ejecutivo, de primeras planas peleando por evitar las contrarreformas en el sector educación y transporte, una cortesía del Legislativo. Vamos dejando atrás un 2021 para el olvido. Sin embargo -y a costa de sonar muy pesimista- no se avizora un 2022 con mejores luces. La estabilidad del presidente Castillo es una ilusión. Su continuidad, un misterio.
Cuando el mensajero y el mensaje salen mal
No podemos negar un escenario muy complicado para el actual Gobierno en lo que respecta a su continuidad. Si bien es cierto, la derecha y su versión extrema, trazaron un objetivo claro desde la toma de gobierno el 28 de Julio (sacar a Castillo de Palacio a como dé lugar), el mismo Pedro Castillo día a día y sin fallar, ha hecho todos los méritos posibles para que no sólo ese sector pida su salida, sino ya, otros sectores más moderados e inclusive, los miembros de su propio Partido, Bancada o lo que sea que Perú Libre represente para él. El primer gabinete fue una demostración de todo lo que no tenía que hacer. A la falta de preparación para ejercer el cargo del mismo presidente, sumó el de algunos o muchos de sus ministros (cuando bien pudo compensar ahí), de los directores de organismos independientes recientemente nombrados, del secretario de palacio (a quien le tuvieron que modificar el perfil para poder contratarlo), etc., etc., hacen inevitable que la preocupación de la ciudadanía aumente y con mucha angustia, además. Ahora bien, si fuera solo un tema de capacidad e idoneidad, el problema sería uno, grave pero uno. Lamentablemente a ese se suma otro mucho más complejo y delicado. Indicios graves de corrupción, trafico de influencias, prebendas, negociados con sectores vinculados al narcotráfico e inclusive a la facción política de Sendero o sus remanentes (como quien dice: más de lo mismo que nos han dado en los últimos 30 años).
Piratas del siglo 21
Si bien es cierto que la alta dirección del Ejecutivo es la que define la hoja de ruta de las políticas públicas, son los funcionarios contratados por esa alta dirección los que, en la práctica, mueven el aparato del Estado. Ir a la caza de ministros cuestionados es una obligación de quienes tienen el encargo de hacer control político, pero es igual de importante impedir nombramientos que se están dando en puestos claves del gobierno. Es inaudito que se den casos como los de Bruno Pacheco, Doris Alzamora o Julián Palacín solo a base del carné partidario o al origen chotano. Está claro que eso lo hemos vivido en todos los gobiernos, pero los niveles de incompetencia y deshonestidad que se están viendo ahora superan todo récord histórico. Es en ese nivel de gobierno donde la ciudadanía se estrella en el día a día, donde las grandes empresas, pero también los pequeños emprendedores, sufren con la ineficiencia estatal.
Unos 5 años atrás, Castillo no vislumbraba para sí un futuro político y mucho menos ocupar la Presidencia. Vladimir Cerrón sí. Para que Castillo asumiera el poder, tuvo que vender algo más que rifas. Tuvo que generar muchas deudas y no se ha demorado ni 100 días en empezar a pagar. No le dieron ni periodo de gracia. El problema es que esas deudas las estamos pagando nosotros, pero esta vez con un interés estratosférico. Otra vez el gobierno del Perú es un botín que está siendo asaltado por piratas, que como tales no esconden ni su bandera.
Reglas electorales al gusto del consumidor
“En todas casas cuecen habas; y en la mía, a calderadas” dijo el hidalgo Don Quijote, pero en la nuestra la cosa ya es exageradamente vergonzosa. El marco electoral, ese que define la reglas sobre cómo elegir a nuestros gobernantes (lo que ello signifique a la luz de los hechos recientes), es sujeto de modificaciones en cada legislatura en función al interés de los congresistas, que es el interés de sus partidos, que es a su vez el interés de sus dueños, quienes finalmente obedecen al interés de sus bolsillos. En resumidas cuentas, el marco legal que regula las elecciones en el Perú, tiene sin lugar a dudas una fortísima influencia mercantilista que contamina plenamente el derecho ciudadano de elegir y ser elegido. Eso debe acabar ya. Ser elegido para ejercer un cargo público supone servir al interés ciudadano, no al interés personal y pese a que eso no es ninguna novedad, sí parece ser una costumbre adquirida y peor aún, aceptada.
Una insana tolerancia
Algo que le está haciendo mucho daño a la gobernabilidad del Perú, a sus instituciones, a sus posibilidades de desarrollo y sobre todo a la población más urgida de atención, es la tolerancia que como ciudadanía hemos desarrollado frente a la corrupción, la mentira sistemática de los políticos y la incompetencia para ejercer cargos públicos.
Hoy en el Perú, se miente con descaro, impunemente y sin miedo a ninguna represalia. Sin sangre en la cara podemos decir cualquier cosa en un mitin, en redes sociales, en una entrevista. Sabemos que da igual, que nada ni nadie nos va a cuestionar y por último con total desparpajo negamos lo dicho o simplemente afirmamos una mala interpretación.
¿Qué haría usted con 23 mil millones de soles en un año? El pandémico virus de la corrupción
Columna publicada en Diario Perú21. En Cuzco se perdieron por corrupción más de cuatro millones de soles en la construcción de un solo hospital (Hospital Antonio Lorena). En Puno, un congresista de la República le pasa en un apretón de manos un billete de cien soles a un periodista, con la finalidad de que la entrevista se la realice a él y y no a un colega de su propia bancada. En Lima, un general y excongresista es sentenciado a cinco años de prisión por robar combustible al Ejército Peruano (general y congresista, no relativicemos la importancia social de ambos títulos). Diferentes montos, diferentes ciudades, diferentes momentos, pero un factor común. El Perú pierde en un año más de 23 mil millones de soles por corrupción e inconducta funcional. (vid. Contraloría General de la República). Con solo el 25% de ese monto se hubiera podido cubrir toda la brecha educativa que arrastra el país. El 15% del presupuesto nacional ejecutado en un año se perdió por casos de corrupción, especialmente en transporte, salud y educación. ¿Increíble, no? En un país, donde año a año la gente muere por frio (y creemos que lo podemos solucionar donando mantas), donde la comprensión lectora es un lujo de pocos (niños y adultos, por cierto), donde transitar por las carreteras es un deporte de alto riesgo; la corrupción se come gran parte del presupuesto: 3% del PBI. Por cierto, en educación, el Gobierno destina poco más de 4%. Así que, más o menos, podemos ver que lo que gastamos en educar a la población total del país es cercano a lo que perdemos por corrupción. Números más, números menos.
Volviendo al futuro. La dignidad, los cojudignos y el quiebre de los valores.
En el mes de marzo del año 2009, a poco tiempo de haber concluido mis estudios fuera del país y ya estando nuevamente recolocado en mi sociedad, decidí abrir un blog. Quizá atendiendo a algún llamado interno que siempre estuvo ahí, pero que muchas veces acallé por más de una razón. En esa época, las preocupaciones predominantes estaban enfocadas en el contexto político internacional producto de mis vivencias en otro país y el contacto directo con la multiculturalidad que te da vivir en el viejo continente. Sin embargo, al poco tiempo ya el llamado local y el contexto social, político y económico del Perú, hicieron su trabajo. Me reenfoqué (sin dejar siempre de estar pendiente del “más allá”). Ahí nació presionanimal, ese llamando de la bestia interna que todos tenemos dentro y que cada uno doméstica o intenta domesticar a su manera.
Hoy, agosto de 2021, 12 años y 5 meses después, leo con nostalgia y simpatía aquellas líneas, que bien o mal escritas, confirmaron siempre al mismo individuo. Veo con alegría y tranquilidad, que ese animal sigue siendo igual, fiero y rebelde, pero reflexivo y constructivo. Siempre creí que el proceso personal de reflexión era pieza fundamental en cualquier proceso constructivo. Artístico, político, social, emocional y hasta empresarial.
De Panamapapers, Wikileaks y otros detalles. Primera parte.
Allá por el lejano año 2006, se funda el portal WikiLeaks (wikileaks.org) a manos de Julian Assange, para develar miles de documentos que demostrarían el verdadero comportamiento, político, social y financiero de muchos Estados, empresas y organizaciones en general. Corrupción, podredumbre y miseria absoluta. Nuestro país paso de ladito, sin mucho escándalo y nadie se vio … Continúa leyendo De Panamapapers, Wikileaks y otros detalles. Primera parte.
Corrupción nuestra de cada día.
Debo evitar la total mezquindad y pese a tener una clara antipatía con la esposa del presidente, debo reconocer que no responder al saludo de la congresista anicama (si les digo que es la robacable quizá la identifiquen mejor) merece más de un aplauso. Si hay algo que repudio visceralmente, es cuando se devela un … Continúa leyendo Corrupción nuestra de cada día.