En ese momento, justo cuando ese odio visceral por la humanidad llega a la máxima expresión, es cuando se debe abandonar todas las armas. Apartarse de la ventana, bloquear la puerta, desnudarse íntegramente y dejarse caer pesadamente sobre el viejo camastro que nunca lo abandona. En ese momento, pese a mis recomendaciones no bloqueó la … Continúa leyendo Entre tus ojos: Parte I