Cuando el mensajero y el mensaje salen mal

No podemos negar un escenario muy complicado para el actual Gobierno en lo que respecta a su continuidad. Si bien es cierto, la derecha y su versión extrema, trazaron un objetivo claro desde la toma de gobierno el 28 de Julio (sacar a Castillo de Palacio a como dé lugar), el mismo Pedro Castillo día a día y sin fallar, ha hecho todos los méritos posibles para que no sólo ese sector pida su salida, sino ya, otros sectores más moderados e inclusive, los miembros de su propio Partido, Bancada o lo que sea que Perú Libre represente para él. El primer gabinete fue una demostración de todo lo que no tenía que hacer. A la falta de preparación para ejercer el cargo del mismo presidente, sumó el de algunos o muchos de sus ministros (cuando bien pudo compensar ahí), de los directores de organismos independientes recientemente nombrados, del secretario de palacio (a quien le tuvieron que modificar el perfil para poder contratarlo), etc., etc., hacen inevitable que la preocupación de la ciudadanía aumente y con mucha angustia, además. Ahora bien, si fuera solo un tema de capacidad e idoneidad, el problema sería uno, grave pero uno. Lamentablemente a ese se suma otro mucho más complejo y delicado. Indicios graves de corrupción, trafico de influencias, prebendas, negociados con sectores vinculados al narcotráfico e inclusive a la facción política de Sendero o sus remanentes (como quien dice: más de lo mismo que nos han dado en los últimos 30 años).